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domingo, 13 de abril de 2008

>> Organizaciones y Género




ANTES:


Existe un tope invisible que impide a las mujeres llegar, en el terreno público, donde están los hombres. Es lo que se ha denominado techo de cristal, que oculta una discriminación indirecta, no reflejada en las leyes y que se mide por los resultados diferenciales. Ello es lo que justificaría las acciones positivas y la paridad.

Partimos de desigualdades reales sustantivas entre hombres y mujeres en cuanto al acceso a los recursos, el poder de los amigos, el tiempo disponible y los modelos de socialización. Para contrarrestar las desigualdades entre miembros de grupos con diferente poder social se han utilizado, en primer lugar, las acciones positivas, cuyo objetivo es el de desmasculinizar los sistemas de cooptación existentes; más recientemente, se acuñó el término de democracia paritaria tras la constatación de que, en democracia, lo números cuentan: se necesita una masa crítica, es decir, incrementar la cantidad relativa de mujeres para lograr un cambio cualitativo en las relaciones de poder, objetivo de ambas iniciativas.

Para comprender su necesidad comentaremos qué sucede cuando las mujeres, un grupo con menor poder que los hombres, forman una minoría y se convierten en mujeres símbolo. Se romperán de esta manera algunos mitos o especulaciones relativas a si las mujeres en el poder o en altos cargos se asimilan a la dinámica existente sin más transformaciones -como si ello dependiera de una mera decisión voluntarista , al igual que se entenderán los costes que supone el estar en minoría en un lugar donde la mayoría está formada por varones. Pasar a ser una minoría menos minoritaria -para situarse en torno al 30-35% va a permitir comenzar a influir en la cultura del grupo y lograr el establecimiento de alianzas entre los partícipes del grupo minoritario. De esta forma, sus miembros podrán empezar a cambiar la estructura de poder y, por añadidura, el propio estatus como minoría.



En cuanto en la educación, en este nuevo siglo que hemos empezado, el cual se abre con nuevas conquistas de igualdad para la mujer. En las décadas precedentes se han reconocido los derechos de las mismas como parte de los derechos humanos, en la medida que se exige la no-discriminación por razones de sexo. El principio de igualdad a nivel legal, ha generado importantes cambios en los derechos de las mujeres y sus posibilidades, al menos teóricas, de acceder a las diferentes esferas sociales.



Por un lado, hay un elevado número de profesoras que ejercen sus funciones en las tareas docentes y, por otro lado, las estadísticas son tan persistentes en demostrar que el número de mujeres en puestos directivos en centros educativos es mucho menor de lo que correspondería en proporción a su presencia en esta profesión.



Esta situación supone que, aunque en la teoría o en las leyes hablemos de igualdad entre hombres y mujeres, el modelo de educación que transmitimos en la práctica real en nuestras organizaciones contribuye a desarrollar una cultura, unas “formas de hacer”, unas costumbres y unas prácticas implícitas contrarias a los planteamientos de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Y esto es importante porque lo que las futuras generaciones de hombres y mujeres aprenden en la escuela, no es sólo lo que les transmitimos, sino también lo que ven y viven en la organización y el funcionamiento de esas instituciones en las que pasan al menos 14 años de su vida.

DURANTE:
Hoy en clase hemos trabajado la entrada de organización y generó. Lola por grupos nos asignó una frase, concretamente a mi grupo nos ha tocado trabajar la frase "Formación y Mujer".
La informacion que hemos buscado es la siguiente:
La comparación de las oportunidades y el trato que mujeres y hombres han tenido a lo largo de la historia no ofrece dudas acerca de la persistencia de diferentes manifestaciones de la discriminación y la desigualdad entre ambos géneros, entre las cuales las restricciones y sobreexigencias que se continúan imponiendo a las mujeres para su acceso al empleo y al desarrollo vocacional y profesional constituyan unas de las más irritantes.De ahí la necesidad de elaborar e implementar políticas de gran envergadura tendientes a intervenir en todos los niveles donde la discriminación opera.
Políticas capaces de activar sinergias entre los múltiples actores sociales, públicos y privados, gubernamentales y no, enmarcando líneas guías en las cuales cada organismo, según sus características y mandatos, pueda insertar su propia iniciativa o programa, multiplicando así su efecto.

Una política activa de promoción de la mujer no sólo debe permitir mejores oportunidades de trabajo a través de planes de desarrollo (políticas de empleo pero también de orientación vocacional y ocupacional y formación profesional y técnica) sino también fomentar el cambio cultural en todas sus dimensiones (roles y tareas adjudicadas a la mujer, parámetros sobre el trabajo y la calificación profesional, aceptación de la responsabilidad compartida por hombres, mujeres y la sociedad en su conjunto en la preservación de la vida y el cuidado de niños y ancianos, etc.) y crear instancias de control para el cumplimiento de las normas y de sus propios objetivos.

Todo ello conduce a concebir la promoción de la igualdad de la mujer como una tarea de carácter transversal, que ha de desarrollarse simultánea y coordinadamente en varios planos:
- generando un marco legal y normativo.
- implementando intervenciones concretas en favor del empleo y la formación pero también para que la normativa se traduzca operativamente.
- desarrollando estrategias de información y "public relations", de concienciación, de capacitación del personal del sector público, de vinculación y coordinación con grupos y asociaciones de mujeres, con servicios de formación y capacitación, partidos políticos, organizaciones sindicales, etc.

En síntesis, desarrollando "programas de acción positiva", concebidos como el conjunto de medidas y mecanismos, generales o específicos, que implican un tratamiento favorable para superar las desigualdades existentes y llegar a la igualdad real.Desde ya que lo expresado requiere del involucramiento de todos los actores sociales: gobiernos, trabajadores, empleadores, ONGs, organismos internacionales, etc. Entre otros muchos aspectos porque una política de igualdad de oportunidades y trato en la formación y en el empleo no sólo es una cuestión de justicia social sino que es un factor de desarrollo económico y social y se halla estrechamente vinculada a una adecuada gestión de los recursos humanos, desde que conduce a una valorización y optimización de las potencialidades y posibilidades de todo el capital humano (hombres y mujeres) que, en último término incrementará la competitividad de las empresas y del país.
Actualmente no cabe duda de que para el acceso al trabajo, existe unas competencias personales y sociales. Esto plantea la necesidad de considerar como un conjunto articulado e interdependiente al proceso de ajuste entre el logro de un desarrollo sostenible e incluyente, las nuevas condiciones y exigencias de la producción, así como las necesidades y capacidades de hombres y mujeres.
Esta mirada conduce y refiere a las políticas de formación para el trabajo porque ellas tienen la responsabilidad de constituirse en el punto de encuentro entre las necesidades y posibilidades del sistema productivo y de quienes producen, es decir, hombres y mujeres.Por ello, y con más intensidad que nunca, se reconoce a la formación profesional y técnica como un derecho humano fundamental y un elemento esencial de la Agenda de Trabajo Decente de la OIT. No habrá trabajo decente sin democracia, justicia, equidad social y participación ciudadana. Y, a esos fines, la educación y la formación para el trabajo tienen mucho para aportar.Este subsitio propone "mirar con lentes de género" el diseño y la gestión de las políticas sociales, y, especialmente, en todo lo referido a trabajo y formación.
Por ejemplo, el Instituto de la Mujer lleva a cabo varias actuaciones, con el fin de mejorar la participación de las mujeres en el mercado laboral, a través de cursos de formación para su inserción por cuenta ajena.Asimismo y con el fin de fomentar el empresariado femenino, desarrolla programas de formación, de financiación y de tutorización de proyectos empresariales.Igualmente se desarrollan programas piloto en el marco de la Iniciativa Equal, dirigidos a colectivos en riesgo de exclusión social y laboral.Todas estas actuaciones se realizan en colaboración con las Administraciones Autonómicas y Locales, y con otras Entidades y Asociaciones privadas, y cuentan con la cofinanciación del Fondo Social Europeo.

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